Cuando recién entramos a la carrera, el
entonces director de carrera nos dio un consejo crucial para nuestro
desarrollo como estudiantes. El consejo era “decidan a qué
área se quieren dedicar… deportes, grupos, difusión, estancias o intercambio…
por que no se puede hacer todo”. Yo decidí no tomar ese consejo. Como siempre, quise
ser diferente y aprovechar todo lo que el Tec tenía para ofrecer. Desde primer
semestre comencé con una variedad de actividades extracurriculares, y hoy,
nueves semestres después, estoy muy orgulloso de todos aquellos buenos momentos
que pude vivir gracias a esas actividades.
El área de deportes me ayudó a desarrollar una
disciplina y a liberar el estrés de las clases de una manera sana. Nueve
semestres en clase de natación hizo del entrenador un amigo más. Dentro de
difusión pude explotar mi creatividad y el talento que dentro de mi carrera tal
vez no parezca muy útil. Dentro del ensamble tuve la oportunidad de viajar para
realizar presentaciones en otras ciudades del país, así como de pisar renombrados
escenarios de la talla del Auditorio Telmex.
Una experiencia internacional me dio la
oportunidad de adquirir conocimiento que de otra manera no hubiera obtenido.
Pude conocer otro país, hacer nuevos amigos, tomar clases diferentes y
adentrarme en una cultura diferente. Pero más que nada, me enseño que con el
apoyo de la gente adecuada, una semana es suficiente para realizar todos los
trámites, y ganarte una beca en el camino. Porque cuando quieres algo, tienes
que luchar por alcanzarlo.
Mi estancia profesional me enseñó que tener un
equipo de trabajo multidisciplinario e internacional solo es complicado cuando,
por la diferencia de horarios, tu junta semanal comienza a las doce de la noche.
Aprendí que los paradigmas de trabajar con gente de otras especialidades solo
son obstáculos si tú los pones ahí. Y que cuando se te da la libertad de crear
un producto nuevo, la creatividad nunca es suficiente. Mi servicio social me
enseñó que un niño pequeño con una discapacidad tiene más fuerza de voluntad
que muchos adultos con pleno control de sus facultades. En una incubadora
social aprendí lo difícil que es realmente comenzar una nueva empresa, y más
aún cuando llevas un objetivo social de por medio. Y darle clases a adultos, me
recordó que nunca es tarde para querer aprender cosas nuevas.
Grupos Estudiantiles me dio una serie de
habilidades que no suelen ser enseñadas en un salón de clases. Ahí aprendí lo
importante que es la comunicación en el equipo de trabajo, que la organización
es la clave para una buena logística, que una campaña publicitaria funciona muy
bien de manera viral, que buscar un patrocinio es tan difícil como conseguir un
conferencista internacional, que un evento con poca gente no es necesariamente
un fracaso, que un buen líder es aquel que se puede poner al nivel del
participante, y que lo más importante al trabajar es querer estar y querer
hacer algo.
Con todo esto adquirí muchas herramientas y tuve
oportunidad de crecer como profesionista y como persona. De toda mi experiencia
en el Tec me llevo la importancia del fracaso, la voluntad para levantarte de
nuevo, y el hambre de querer realizar cosas nuevas, mejores y más grandes. En
estas actividades tuve la oportunidad de hacer amigos que de otra manera no
hubiera conocido, y sin los cuales no estaría aquí dando este discurso.
Es gracias al apoyo de todas esas personas que
hoy soy nombrado Alumno Integral. Es gracias a mi familia que me dijo que si
quería hacerlo, podía hacerlo. Es gracias a mis compañeros de trabajo que me
permitieron ser parte de grandes proyectos. Es gracias a los directivos,
asesores y profesores que me permitieron realizar todos esos diferentes
proyectos. Y por último, gracias a todos aquellos que me dijeron que estaba
loco por andar metido en tantos proyectos y que no iba a poder con el trabajo.
A todos ustedes, gracias por permitirme demostrar que aquello que decía Walt
Disney es muy cierto: siempre es divertido hacer los imposible.