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19 de noviembre de 2011

Alumno Integral




Cuando recién entramos a la carrera, el entonces director de carrera nos dio un consejo crucial para nuestro desarrollo como estudiantes. El consejo era “decidan a qué área se quieren dedicar… deportes, grupos, difusión, estancias o intercambio… por que no se puede hacer todo”. Yo decidí no tomar ese consejo. Como siempre, quise ser diferente y aprovechar todo lo que el Tec tenía para ofrecer. Desde primer semestre comencé con una variedad de actividades extracurriculares, y hoy, nueves semestres después, estoy muy orgulloso de todos aquellos buenos momentos que pude vivir gracias a esas actividades.

El área de deportes me ayudó a desarrollar una disciplina y a liberar el estrés de las clases de una manera sana. Nueve semestres en clase de natación hizo del entrenador un amigo más. Dentro de difusión pude explotar mi creatividad y el talento que dentro de mi carrera tal vez no parezca muy útil. Dentro del ensamble tuve la oportunidad de viajar para realizar presentaciones en otras ciudades del país, así como de pisar renombrados escenarios de la talla del Auditorio Telmex.

Una experiencia internacional me dio la oportunidad de adquirir conocimiento que de otra manera no hubiera obtenido. Pude conocer otro país, hacer nuevos amigos, tomar clases diferentes y adentrarme en una cultura diferente. Pero más que nada, me enseño que con el apoyo de la gente adecuada, una semana es suficiente para realizar todos los trámites, y ganarte una beca en el camino. Porque cuando quieres algo, tienes que luchar por alcanzarlo.

Mi estancia profesional me enseñó que tener un equipo de trabajo multidisciplinario e internacional solo es complicado cuando, por la diferencia de horarios, tu junta semanal comienza a las doce de la noche. Aprendí que los paradigmas de trabajar con gente de otras especialidades solo son obstáculos si tú los pones ahí. Y que cuando se te da la libertad de crear un producto nuevo, la creatividad nunca es suficiente. Mi servicio social me enseñó que un niño pequeño con una discapacidad tiene más fuerza de voluntad que muchos adultos con pleno control de sus facultades. En una incubadora social aprendí lo difícil que es realmente comenzar una nueva empresa, y más aún cuando llevas un objetivo social de por medio. Y darle clases a adultos, me recordó que nunca es tarde para querer aprender cosas nuevas.

Grupos Estudiantiles me dio una serie de habilidades que no suelen ser enseñadas en un salón de clases. Ahí aprendí lo importante que es la comunicación en el equipo de trabajo, que la organización es la clave para una buena logística, que una campaña publicitaria funciona muy bien de manera viral, que buscar un patrocinio es tan difícil como conseguir un conferencista internacional, que un evento con poca gente no es necesariamente un fracaso, que un buen líder es aquel que se puede poner al nivel del participante, y que lo más importante al trabajar es querer estar y querer hacer algo.

Con todo esto adquirí muchas herramientas y tuve oportunidad de crecer como profesionista y como persona. De toda mi experiencia en el Tec me llevo la importancia del fracaso, la voluntad para levantarte de nuevo, y el hambre de querer realizar cosas nuevas, mejores y más grandes. En estas actividades tuve la oportunidad de hacer amigos que de otra manera no hubiera conocido, y sin los cuales no estaría aquí dando este discurso.

Es gracias al apoyo de todas esas personas que hoy soy nombrado Alumno Integral. Es gracias a mi familia que me dijo que si quería hacerlo, podía hacerlo. Es gracias a mis compañeros de trabajo que me permitieron ser parte de grandes proyectos. Es gracias a los directivos, asesores y profesores que me permitieron realizar todos esos diferentes proyectos. Y por último, gracias a todos aquellos que me dijeron que estaba loco por andar metido en tantos proyectos y que no iba a poder con el trabajo. A todos ustedes, gracias por permitirme demostrar que aquello que decía Walt Disney es muy cierto: siempre es divertido hacer los imposible.

12 de junio de 2011

Simples decisiones

Hace un año exactamente tomé una decisión que en su momento se veía muy ridícula. Hace seis meses no creí que hubiera logrado mantener esa decisión y quise escribir al respecto pero al final decidí no hacerlo. Hace tres meses sentí la necesidad de compartirlo y simplemente no hallé el tiempo para hacerlo. Y hoy, exactamente un año (con un margen de error de unos cuantos días) después me decido a compartir esto con quien sea que quiera leerlo. Hace un año, después de unos meses en el extranjero, mi opinión sobre muchas cosas había cambiado y mi visión la vida buscaba un nuevo par de lentes, uno RayBan de preferencia. Ese fue el momento en el que decidí que si quería ser parte de un cambio en este mundo debía comenzar por mí mismo, simplemente tener esa congruencia que hoy lucho día a día por conservar.

Todo comenzó en el momento en el que decidí que durante mi intercambio iba a tomar cursos sobre energías renovables y control de contaminación. Lo que creí que iban a ser cursos superficiales sobre ecología y las 3 R's [reciclar, reducir y reutilizar, por si se les olvidaron] fueron realmente una clase intensa sobre análisis energético de turbinas, celdas solares y demás energías renovables; y otra sobre estricto control de contaminación y regulaciones para proyectos energéticos. Cinco meses después estaba de vuelta a la realidad mexicana donde la gente sigue usando bolsas de plástico en el súper y avientan latas de coca-cola por la ventana del coche.

La decisión que hace un año tomé parecía sencilla y estúpida, pero en realidad es solo un pequeño paso hacia algo más grande. Ese paso fue el de "no usar más servilletas"... mismo que 12 meses después se ha convertido en "reducir mi consumo de papel a lo mínimo necesario". Este nuevo reto demostró ser bastante complicado desde un inicio. Cuando comencé, mi intención era dejar de usar servilletas por completo, pero siendo realistas es casi imposible comerse una pinche torta ahogada sin usar al menos una servilleta. Aunque eventualmente lo logré, solo se trataba de comer de manera más cuidadosa y siempre con cubiertos (aquí quiero agradecer a mi abuela paterna por obligarme a siempre usar los cubiertos).

Para aquellos que me conocen saben que soy de mente ecológica impulsada por energías renovables, pero más que solo informarme sobre cuestiones de energía verde he decidido que si quiero lograr un cambio debo comenzar primero por mí mismo. Y eso es lo que esto es, primero demostrarme a mí mismo que es posible no usar tanto papel para después poder hablar desde el corazón cuando diga que de verdad creo que este mundo debe reorganizar sus prioridades energéticas.

Es por eso que este post llega hasta ahora, para demostrar que SI SE PUEDE... y también porque "un año con un consumo de papel mínimo" se escucha mejor que "ocho meses con pocas servilletas". Y como recientemente me dijeron por ahí, actitud contagia actitud. Hoy me da orgullo ver que gente que me rodea ve mi esfuerzo y ahora piensa dos veces si necesita de verdad tantas copias de un papel o considera mejor comprar desechables biodegradables. Se que mi pequeña acción de minimizar mi consumo de servilletas no salvará bosques, pero sí me motiva día con día para seguir contagiando ese espíritu, para predicar con el ejemplo, y más que nada me da la fuerza para hacer algo por ayudar al planeta en el que vivimos.

Para aquellos que aún estén leyendo esto, se que esta pequeña cruzada contra las servilletas puede sonar muy hippie, pero es algo que simplemente necesitaba hacer para probarme algo a mi mismo. Y no quiero sonar como kilométrica cadena de messenger diciendo que si no lo hacen ustedes se van a quedar calvos. Pero sí los quiero invitar a que de vez en cuando piensen en el impacto que sus acciones tienen sobre la tierra en la que caminan. Y si creen que no comprar servilletas es muy extremo, siempre hay otras acciones que pueden realizar. De mi parte solo diré que quiero que esto crezca, que seguiré tratando de consumir menos papel, y que le agregaré un poco más de dificultad... porque aunque las acciones de una sola persona pueden parecer insignificantes, creo que yo aún tengo mucho más que dar.