8 de abril de 2009

Sonriente como siempre

Ahí estaba yo, sentado una vez más en ese sillón diminuto al lado de una pila de revistas viejas y el periódico del día anterior. Hace ya casi dos años desde la última vez que estuve en esa habitación. A mi llegada prendieron el televisor y ahora de fondo se oía 2 Fast 2 Furious. Mientras esperaba a que me llamaran pensaba en qué diría, porqué tenía tanto tiempo sin ir, y porqué no usaba los aparatos que me habían dado. La voz de una mujer me sacó de mis pensamientos, así que me levanté y camine hacia la puerta donde se encontraba.

Al cruzar la puerta muchos recuerdos bombardearon mi mente. Haciéndolos a un lado me senté y comencé a platicar con esa cara nueva para mí. Muy amigable, al principio parecía una plática trivial pero creo que al final realmente estaba interesada en lo que hablábamos. Unos minutos después alguien llegó a interrumpirnos, era una voz que ya conocía yo. Provenía de un rostro al cual los últimos dos años habían cambiado un poco, pero no por eso dejaba de ser el rostro que me había cuidado muy bien tiempo atrás. Esa voz ahora me hacía esas preguntas a las que, en la sala de espera, preparé su respuesta. Después de un poco de trabajo de su ayudante, con la que platiqué antes, y de un ráido vistazo había llegado la hora de oir el veredicto de la doctora.

Las consecuencias de esos dos años de ausencia era lo que más temía. Había llegado el momento de afrontarlos y simplemente escuchar lo que la doctora tenía que decir. Ya sabía yo que debí haber ido antes, que no debí dejar el tratamiento y que pasara lo que pasara, iba a doler. Pero no esperaba oír esas palabras de la boca de la doctora que tan buena había sido conmigo. ¿Tienes tiempo para que te ponga los brackets? No me quedó de otra que responder que sí y dejar que la dentista hiciera lo suyo.

Hace cinco años desde la última y única vez que usé brackets y ahora tengo que volver a ellos. No creí que fuera tan dificil, aquella vez mis dientes respondieron muy bien al tratamiento y los brackets los usé sólo un año. Pero ahora estoy aquí con una dentadura adolorida, los cachetes maltratados y sin poder comer alimentos demasiado sólidos. De verdad maldigo el día en que dejé de usar los retenedores, porque ahora estoy abligado a cargar con estos instrumentos de tortura de alta tecnología que me han dado una nueva y robótica sonrisa.


1 comentario:

  1. no es cieeeertoooooooo!!!!
    jajaajajajaja..
    es en serioooooo????

    por Diooooooooos..
    quiero verte yaaaa.. mandame fotooooo!!!

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