Mucha música, mucho ruido, muchos amigos, algunos tragos... y creo que un enanito vestido de Superman. La noche transcurrió como cualquier otra noche de fiesta. Desde pantalones de vestir y camisas bien almidonadas hasta vestidos ajustados y esos tacones altos que tanto les gustan (y odian al final de la noche) las mujeres. Bien me han dicho que siempre hay algo por que brindar, y esa noche no fue la excepción. Todo salió de maravilla, todo mundo se divirtió, y eventualmente llegó el momento de regresar a nuestras casas. Igual como llegué a su casa antes de la velada, ambos estábamos de regreso horas más tarde con una pequeña botella de whiskey de regalo.
El cansancio nos mataba, y siento ya un nuevo día ella me dijo "¿por qué no te quedas?". Teníamos una historia, sí, pero el pasado no importaba ya. En ese momento, sólo queríamos dormir. Nos preparamos un poco, ella se metió en su pijama de confianza y fue al baño para quitarse el escaso maquillaje que llevaba. Yo comencé a pensar que sería mejor, el sillón de dos plazas, el de tres plazas, o la cama desnuda del otro cuarto ahora vacío. Fui a lavarme la cara antes de decidirme por uno de los sillones. Pero una su voz me detuvo diciendo "¿A dónde vas? Aquí hay espacio". Era verdad, yo sabía que ambos cabríamos, pero aunque el pasado no importaba tampoco quería sobrepasarme.
Seguí sus palabras hasta su cuarto, puse mis zapatos negros a un lado y subí a la cama. Ahí estábamos los dos, recostados uno junto al otro. Ya no había luz que nos dejara ver claramente, solo el escaso reflejo de la luna que se colaba por la ventana. Ella giró sobre si misma dándome la espalda, tomó mi brazo y lo pasó sobre su cintura. Me acerqué un poco y la abracé con fuerza. Sentí un beso en mi mejilla y minutos más tarde me quedé dormido, sonriente.
Mucha luz, era el sol quien ahora se metía por entre las cortinas. El mundo cobraba vida de nuevo y nosotros ahí estábamos recostados en la misma posición. Juntos despertamos y ella salió de la cama mientras yo me quedé sentado sobre las sábanas. "¿Son cafés?" dije en voz alta, ella me volteó a ver y pregunto de qué hablaba yo. "Son cafés, creí que había tomado los calcetines negros". Ambos reímos sin al instante, en ese momento no había nada más en que pensar.
Media hora y otro beso en la mejilla más tarde estaba yo parado esperando el autobús que me llevaría a mi casa. Cuando subí, ojos me miraban de manera extraña, creo que era por mi ropa. Mi camisa azul y mis zapatos negros contrastaban entre la joven en ropa deportiva amarilla y el señor en short, tennis y playera. No tardé en llegar al departamento. Al abrir la puerta encontré a otro de los habitantes sentado frente al televisor comiendo cereal. Tranquilamente volteó a verme y dijo "Oh, llegaste temprano".
Dedicado a la Damisela en Apuros
y si hubieran sido azules?
ResponderEliminartu lo has dicho, hubo una historia...la historia que dio paso a lo que somos hoy!!
ResponderEliminardisfruto mucho leerte..y más aún cuando se trata de algo tan cercano..esas cosas que creo que jamás se olvidaran...t quiero musho, sobra decirtelo!
...y pues por ahí vi un post q deciia q a veces dudabas si pertenecias a la carrera o algo asi..sin embargo, yo te digo que nunk dudes de ti mismo..recuerda que al final..tu eres todo lo q tienes!...y pues s t sirve de algoo..yo confio en ti :)